19 diciembre 2022

Cómo logré, al fin, acabar una historia.

Puede que parezca una tontería, pero te puedo asegurar que, al menos para mí, no fue nada fácil. Piensa que, antes de que alguien pueda dedicarse profesionalmente a escribir, tiene que compaginarlo con su trabajo o estudios. Esto sería lo habitual. Yo tengo uno de esos trabajos de 9 horas y tampoco puedo dedicarle todo el tiempo que quisiera en otros momentos. Así que hay que crear un método o dejarlo estar.

Sin embargo, empecé a escribir como lo hice con otras historias que nunca llegaron a ver el final. Para mí, lo primero es fácil, ya que suelo tener muy pensada el inicio, pero ¿qué ocurre más adelante? Que no puedes mantener la congruencia de la historia ni el tono... Y lo repasas. Reescribes el principio, escribes algo más y, pasados unos días, vuelves a empezar.

Hay algo muy importante que hay que tener en cuenta cuando se pretende acabar una historia: Finalizarla. Si no, se entra en un bucle infinito de correcciones y repasos, pero ¿cómo evitar que esto suceda? Yo investigué y de cada lugar al que acudí me traje una solución. Las probé y, finalmente, me quedé con lo que mejor me iba, que es la que te voy a contar.

Una vez que ya tenía la historia en la cabeza y, con tantas idas y vueltas, te puedo asegurar que era así, me decanté por los post-it. Lo que ocurre es que no tenía tantos como iba a necesitar ni dónde ponerlos... Además, con niños pequeños por casa, corrían riesgo. Pensé en hacer un gráfico en papel, pero necesitaba poder mover las distintas ideas y verlas todas a la vez. En ésas estaba cuando encontré una herramienta de Microsoft llamada Whiteboard y que es, precisamente eso, una pizarra donde pegar post-it virtuales.

¿Era lo que necesitaba? No del todo, la verdad. Tiene sus carencias, pero me venía bien, ya que no siempre utilizaba el mismo ordenador, y esto es algo que podía tener online y a lo que acceder desde donde necesitara.

Antes de continuar, he de aclarar que mi novela, Tortugas Marinas (pendiente de publicación), tiene 4 personajes principales y 6 secundarios que tienen, casi todos, trama. Demasiada gente para no perder la cordura sin algo en lo que apoyarse. Mi intención era escribir en notas separadas cada idea que tenía del personaje y de su trama por separado, señalando dónde se cruzarían unas con otras. Es lo que acabé haciendo e incluso aproveché para agruparlos en capítulos, pero seguía siendo complicado, ya que no acababa de reconocer a los personajes, por así decirlo. No eran más que ideas en un, digamos, papel, y no lograba desarrollarles una personalidad a cada uno, sino que acababan siendo un poquito todos de todos. Necesitaba conocerlos.

Llegamos a otra de las cosas más importantes para mí: Las fichas de personaje. En mi opinión, hay que hacerlas, aunque tengas la tentación de escribir porque ya tienes una idea de tu protagonista y no hay muchos personajes importantes. Hazlas. Añadiría, además, que les pongas cara. Yo lo hice y ahí es cuando realmente nacieron las Tortugas. No es complicado, a mí me divirtió. Tan sólo acudía un buscador y escribí cómo me imaginaba a cada personaje, por ejemplo: "Chica rubia con cara de pocos amigos". Unos minutos después de mirar las imágenes sugeridas y las relacionadas, listo, ya tenía a Susana. Además, no tienes que preocuparte de derechos, ya que es algo que vas a usar para ti mismo. Hay muchísimas imágenes de personas en bancos de eso, de imágenes, en Internet. Échales un vistazo.

Si supiera dibujar, habrían sido dibujos y manga, por supuesto.

¡Ya lo tenía todo! No, qué va. Resulta que las ideas esquemáticas hay que desarrollarlas y, ya vi que, si no lo hacía pronto, iba a olvidarme de todo lo que cada idea conllevaba, así que creé una escaleta en una presentación de Google, como con los personajes, que no lo había mencionado. Cada capítulo lo estructuré en apartados y, en cada uno de ellos, una de las ideas que había preparado, pero más desarrollada, como un resumen de lo que ha de pasar. No sólo eso, sino que añadí la foto de cada personaje que intervenía.

Ya está...Vale, me has pillado. Falta una cosa, nada más, en serio. Cada vez que completaba un capítulo, lo leía y extraía un esquema de cada aspecto importante. De esta manera conseguí un cuadro de lo que realmente estaba pasando en la historia, pues en ocasiones tuve que modificar lo que había decidido previamente para adaptarlo según avanzaba porque funcionaba mejor o porque no había tenido en cuenta algo... En este cuadro final también iba dejando constancia de las tramas que se abrían y todo lo que pudiera quedar suelto, para ir cerrándolo más adelante y no quedara sin responder.

En fin, un follón. Así que, si escribes, espero que sea algo que quieres de verdad escribir. ¡Hacer esto sin ganas debe de ser terrible! Me llevó muchísimo trabajo, en parte también porque soy un escritor novel y no estaba convencido de que fuera a llegar a puerto. ¡Llegué!

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